Domainers 1 de diciembre de 2008
Michael Gilmour era un próspero hombre de negocios. En el año 2003, debido a circunstancias fuera de su control, se arruinó. Gastó sus últimos 100$ en un dominio y 5 años después vuelve a tener millones. Esta es su historia:
Gilmour nació en 1966 en Melbourne, Australia. Era el tercer hijo de un exitoso profesor de ciencias, que había escrito varios libros de texto para los colegios australianos. Sus padres eran aventureros y siempre estaban buscando nuevos retos y experiencias.
Cuando Michael tenía un año y medio, sus padres decidieron mudarse de la soleada Australia a la fría Canadá. En el pueblo minero de Manitouwadge, ubicado al norte del lago Superior, su padre llegó a ser director del departamento de ciencias del colegio público.
Sus padres (en la foto) eran muy exigentes con él: "recuerdo que les conté que había sacado un 96% en un examen de matemáticas y me preguntaron a ver qué había pasado con el otro 4%. También fueron para mí un modelo de comportamiento que me guió cuando las circunstancias me fueron más adversas. Su afán por ayudar a aquellos que más lo necesitan me proporcionó una valiosa perspectiva de la vida.
Por ejemplo, una de las obsesiones o retos de los domainers es optimizar su portafolio de dominios. Esto a veces llega a niveles excesivos (el club de los domainers anónimos). Mis padres siempre trabajaron duro, pero también sacaron tiempo para disfrutar de la vida."
Como otros muchos en esta industria, Gilmour se mostró muy interesado por los ordenadores desde muy pequeño. Antes de llegar al octavo curso habían vuelto a Australia y junto con un amigo suyo (que ahora es uno de sus socios) construyeron un juego muy parecido al pong siguiendo las instrucciones de una revista de electrónica. "Era divertido jugar a un videojuego sin tener que pagar cada partida".
Cada sábado iban a la tienda Tandy Electronics para programar un viejo TRS-80 (en la foto). El dueño de la tienda lo veía como un modo de promocionarla. "Nunca olvidaré el día que conseguimos escribir un programa que llenaba toda la pantalla de pixels blancos. Ahora me rio, pero en aquellos momentos fue todo un logro."
A los 11 años consiguió un trabajo de verano como clasificador de correo postal, ganando 100$ a la semana. Con ese aburrido trabajo entumecedor de mentes consiguió comprar su primer ordenador. Tenía 16K de RAM y pensaba que nadie sería capaz de utilizar toda esa memoria. Después de la escuela, consiguió un bachillerato en ciencias de la computación y electrónica. No es que precisamente disfrutara en todas las clases, pero consiguió una titulación.
Empezó su primer negocio a los 17 años junto con un compañero de clase. Crearon un juego de mesa y consiguieron los fondos paar su producción y distribución. Consiguieron hacer algo de dinero, pero no una fortuna. Lo más positivo para Gilmour fue la experiencia adquirida.
Durante las vacaciones llamó a la empresa videojuegos Melbourne House para contarles porqué deberían contratarle. Había investigado y sabía que la compañía era importante y algunos de sus juegos, lo mejorcito del mercado. Después de una entrevista de 30 minutos con el CEO, acabó trabajando allí. Participó en los equipos que desarrollaron “Lord of the Rings” para el Amstrad Z80 computer y “Mugsy’s Revenge” (en la foto) para el ZX Spectrum de 32K.
Al acabar el instituto, Gilmour volvió a la empresa para trabajar en un proyecto de ingeniería inversa sobre la Nintendo para que pudieran programarla. "Estabamos en un edificio separado y me sentía como si fuera un miembro de una operación secreta. Al final lo conseguimos."
Durante los 80 puso en pie una BBS y diseñó algunos banners compuestos de caracteres ANSI. Se dió cuenta que más que su interés por los ordenadores ahora estaba fascinado por la posibilidad de hacer negocios y conseguir contactos. Dejó la empresa de videojuegos y trabajó con su hermano en las promociones y marketing para sus conciertos. Acabó perdiendo su casa tras una desastrosa gira.
Después de casarse con Roselyn (en la foto), escribió una serie de cursos de marketing y acabó dando conferencias por Australia, Nueva Zelanda e incluso Asia, llegando a participar en la World Marketing Conference de Bangkok. Después de 3 meses fuera de casa y 50 vuelos, dejó de dar conferencias y empezó un MBA a tiempo completo. Era una manera de volver a empezar y estar cerca de la familia.
Su grupo de MBA tenía la opción de escoger un proyecto sobre la industria de las fotocopias o sobre Internet. El votó por Internet, pero ganó la industria de las fotocopias. Consiguieron una distinción por el trabajo y uno del grupo acabó trabajando para una de las empresas más grandes del sector en Australia.
A pesar de ello, Gilmour empezó a investigar sobre este nuevo medio de comunicación. "Si quieres comprender algo, debes profundizar en ello" decía Michael. Fundó un ISP en el trastero de su casa, que llegó a albergar unos 50 modems. Con esta experiencia pudo conseguir financiación de un fondo de capital-riesgo para desarrollar una tecnología de mensajes de alerta que acabó siendo usada por un popular programa de televisión.
Pero justo cuando la cosa estaba despegando, una mañana se levantó y descubrió que debido a una fusión internacional de su principal accionista se quedó sin capital para afrontar los pagos. Tenía una plantilla compuesta de 22 empleados y ningún dinero en el banco. Pasó de tener un negocio valorado en varios millones a no tener casi nada.
Sin trabajo y sin saber a qué dedicarse solía tener largas charlas con un primo sobre Internet. Al final de una de esas charlas, que acabó a las 2 de la mañana, decidió invertir 100$ en un dominio. Prácticamente eran los últimos 100$ de él y su mujer. Cuando se lo explicó al día siguiente, le dió un ataque de risa que dejó sobrecogido a Gilmour. Lo curioso es que en apenas 12 horas el dominio ya había ganado 50 céntimos, sin apenas hacer ningún esfuerzo tras la inversión inicial.
Vendió todo lo que pudo, que no era mucho, para invertir en dominios. El punto mágico llegó cuando consiguieron un retorno suficiente para vivir. El resto lo usaban para seguir reinvirtiendo en dominios. La mente analítica de Michael le ayudó a optimizar los ingresos de sus dominios. Al principio usaba enormes hojas de cálculo, pero más tarde decidió desarrollar un sistema para monitorizar su portafolio de dominios.
Junto con otros dos socios cuyas habilidades complementaban las suyas fundó ParkLogic."Con todo el fraude que hay en la industria de los dominios, fuimos especialmente cuidadosos y exigentes con los que querían entrar en ParkLogic. Trabajábamos con personas que tenían grandes portafolios y confiábamos mucho en nuestras relaciones personales con domainers para mantener la calidad del tráfico. Esto nos ayudó mucho a minimizar el fraude. Los domainers de élite suelen tener tráfico de calidad."
Michael Gilmour cree que la industria del domaining en la actualidad necesita introducir estándares que proporcionen a los anunciantes e inversores métricas fiables sobre sus inversiones. Muchos domainers están mirando más allá del parking y se están centrando en el desarrollo, "aunque todavía es costoso hacerlo a gran escala. La no escalabilidad del desarrollo hará que la vida del parking sea larga. Lo ideal es escoger algunos dominios de tu portafolio -y por algunos entiendo un máximo de tres- y desarrollarlos. Yo por ejemplo tengo mi blog (WhizzBangsblog) sobre dominios y acabo de terminar Downwind.com.au que está centrado en el mercado de aeronaútico australiano, tema que me apasiona desde que soy piloto. Mi blog me lleva tiempo, pero debo admitir que disfruto escribiendo artículos y relacionándome con otros domainers. Siempre he creido que los negocios no son sólo dinero, sino que las relaciones y contactos juegan un papel muy importante.
Creo que mucha gente intentará solucionar el problema del desarrollo desde un perspectiva tecnológica. Personalmente pienso que tiene más que ver con la gestíon y los contenidos reales que con la tecnología. Habrá empresas que digan que han solucionado el problema y eso será fantástico, porque siendo domainer me costará muy poco coger unos pocos dominios y probar si es más rentable o no.
Una de las mejores cosas de esta industria es la receptividad y generosidad de la gente. Si eres nuevo, aunque preguntes algo muy básico, te verás inundado con ayuda, buenos consejos e incluso uno o dos tratos – aquel que lo dude, que haga la prueba en Demene, por ejemplo – . El lado oscuro es que, como sucede con todos los grupos, siempre hay unos pocos tiburones que pueden estropear las cosas. Sólo ten cuidado y como regla general escucha a aquellos que no quieran nada a cambio.
A menudo suelo escuchar la historia de nuevos inversores que piensan en unos cuantos dominios y los registran pensando que ahora el dinero les caerá del cielo porque ahora son propietarios de esas cosas llamadas dominios. Una de las pocas lecciones que he aprendido es preguntarme siempre: ¿De dónde viene el tráfico?, ¿Por qué los dominios tienen tráfico?, ¿lo tendrán siempre?. Hacerte estas tres preguntas te puede evitar sorpresas o protegerte de turbulencias en el mercado."
Como dijo Laurence Peter, "Sólo hay una cosa más dolorosa que aprender de la experiencia y es no aprender de ella".
(Fuentes: DnJournal y WhizzBangsBlog)
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Domisfera » Articulo » Síntesis comentada de 98 minutos con Rick Schwartz
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